Tiene razón Javier Navarro, secretario general de gobierno cuando dice “Hay que sentarnos, ponernos de acuerdo para que ese presupuesto fluya, para que terminen las rencillas, los enojos, los juicios y volvamos a la normalidad que debe prevalecer en cualquier gobierno”.
Lo que pasa es que llevan tres años en el gobierno de Nuevo León y existen muchos claro-oscuros en su gestión por el manejo que hacen del presupuesto estatal.
Si fueran más transparentes en su aplicación, sin duda, que todos los diputados aprobarían el presupuesto o paquete fiscal 2025 sin cuestionar ni quitarle una coma.
Es más, los ciudadanos, organismos de la sociedad y hasta los más destacados empresarios y políticos de todos los partidos les darían su apoyo, pero esto no es así lamentablemente.
Cuando los gobiernos tienen la confianza de los ciudadanos es porque han demostrado con resultados que han trabajado en bien del progreso y el bienestar de la sociedad.
Pero cuando, una y otra vez, surgen informaciones que dan detalles de que el presupuesto estatal está beneficiando a una camarilla de oportunistas, es cuando en los diputados surgen las dudas y quieren saber hacia dónde va el dinero público.
De tal manera que el gobernador Samuel García con sus acciones más que con su discurso triunfalista, en tan sólo tres años de seis, ha ido perdiendo la credibilidad, la confianza y el respeto de la gente y eso es lo que está pasando.
Por ello, en este nuevo presupuesto de 2025 se ha llegado a cuestionársele todo, pero eso no es la culpa de los diputados que son de otros partidos diferente al suyo, sino del gobierno estatal por ser tan omisos en lo que dicen hacer.
Claro que todo presupuesto debe fluir, como bien dice Javier Navarro, pero se tiene que apoyar a los municipios, porque en los de la zona rural hay crisis de recursos y están solicitando un adelanto a sus participaciones, ya que están dejando de atender a los ciudadanos.
Por eso mismo, los alcaldes de la zona metropolitana se reúnen con frecuencia para solicitar que les aumentes sus partidas debido a que el gobierno estatal les debe y no cumplen con sus acuerdos.
Nuevo León no son las obras, acciones y programas pensados por Samuel García y su equipo. No es un estado nuevo. Hay viejas necesidades, desafíos y retos que se tienen que afrontar en todo el territorio.
Nuevo León son sus 51 municipios y los más de seis millones de habitantes a quienes el presupuesto estatal debe tomar en cuenta y equilibrarlo para que sea justo, para les llegue a todos y se aplique de manera responsable.
Porque Nuevo León no es el gobierno del estado, no es Samuel García y su séquito de colaboradores y si es grande, es el número uno en todo en el país, es por su gente de todos los municipios.
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